Los
sindicalistas nos darán mil excusas para proteger sus “salarios y beneficios de
lujo”, pero los números no mienten. Números
que provienen de las bases en datos que se encuentran en los sitios web de la
Contraloría General de la República y del Ministerio de Hacienda. Por ejemplo, ¿sabía usted que el salario
promedio de los empleados de la CCSS aumentó casi un 200% en términos reales “gracias
a los incentivos salariales”; aun cuando la productividad y la calidad de los
servicios no han mejorado en esa proporción?
¿Le parece justo? ¡Por supuesto
que no! A continuación les incluyo un
editorial de “El Finaciero” que detalla con lujo de detalles los abusos
cometidos por los sindicatos.
Su
servidor;
Steven J.
Caamaño
http://laizquierdacostarricense.blogspot.com/
Fiesta Salarial
Editor de El
Financiero | 10 OCT 2015, 11:59 PM
Los
salarios deben compensar el valor económico y social creado por cada puesto de
trabajo. El salario es una medida de productividad. A un trabajador que en el
mismo período produce mucho más que otro se le puede compensar mejor. Los
incentivos salariales existen precisamente para estimular a los trabajadores a
generar más valor por unidad de tiempo.
Los
salarios no son una forma de distribución de riqueza, son compensación por un
trabajo realizado. Los incentivos no existen para distribuir riqueza, sino para
estimular a los trabajadores a ser más productivos cada día.
Un salario
debe crecer cuando –por esfuerzo individual, por mayor experiencia, por mejor
capacitación o por mejoras en las condiciones y tecnología de un puesto– el
trabajador aumenta su producción.
Cuando un salario
se incrementa de forma diferente de lo apuntado, se están haciendo dos cosas:
destruyendo valor económico y compensando a un trabajador por la labor hecha
por otro, pues los recursos con que se pagan el aumento del primero deben ser
generados en alguna parte.
El aumento
de salarios que no obedece a una mejora en productividad reduce la
competitividad del país, manda señales equivocadas al conjunto de la fuerza
laboral pues unos reciben más de lo que merecen y otros ven su esfuerzo ser
transferido a quienes no se lo han ganado.
En nuestro
país, tal y como demuestra el estudio hecho por EF con datos de la Contraloría
General de República y del Ministerio de Hacienda, se han venido aumentando de
manera acelerada y abusiva los salarios de las entidades públicas. De las 20
instituciones estudiadas –cuyo peso relativo es de 80% del total de salarios
del sector público– prácticamente todas tienen salarios y beneficios excesivos
y que crecen mucho más rápido que la economía y la productividad del país.
En otras
palabras, los consumidores y el sector productivo del país, a través de los
impuestos que pagamos y las tarifas que abonamos por los servicios públicos,
estamos transfiriendo riqueza inmerecida a los empleados públicos,
contribuyendo a destruir valor económico y aumentando los costos de operación
–reduciendo la competitividad– en el país para los potenciales inversionistas
nacionales y extranjeros.
Los datos,
que se pueden consultar en las páginas 4 y 5 de esta edición, muestran un
crecimiento de los salarios agregados muy por encima del crecimiento de las
planillas, lo que significa que además de una expansión del aparato estatal,
pagamos mucho más a cada uno de los empleados públicos. Solo en el Banco de
Costa Rica y JAPDEVA los salarios han crecido menos que la planilla total.
El salario
pagado por el MEP a sus empleados, por ejemplo, creció un 56% más en el periodo
de estudio que su cantidad de puestos totales. Mientras el salario agregado
creció dos veces, la cantidad de empleados solo creció en 30%. En esta misma
institución es interesante que el aumento del gasto por el pago de prohibición
legal es un 44% mayor al aumento del salario base. Las anualidades también
crecieron un 34% más que los salarios base. En esta y otras instituciones se aumentaron
los salarios sin lograr una mayor productividad a cambio y se entregan
incentivos altos y crecientes sin que medie una verdadera evaluación que
muestre lo que realmente compensan: nada.
El caso de
la CCSS es aún más extremo. En el 2006 el salario promedio de los empleados era
de ¢670.000, mientras hoy reciben ¢1.970.000 –casi un 200% más– en términos
reales. Y es claro que la productividad y la calidad de los servicios no han
mejorado en esa proporción.
La pregunta
que cabe hacerse es cómo ocurrió esto.
Y la
respuesta es que los jerarcas de las entidades públicas en alianza con las
juntas directivas de las entidades autónomas, han hecho una fiesta con los
recursos de los costarricenses. A través de crecimiento salarial y aumento y
entrega de incentivos inmerecidos, así como transferencias por medio de
convenciones colectivas, se ha permitido un abuso a todas luces injustificable
y cuya autoría debiera ser claramente adjudicada a los responsables.
El
conflicto de interés es también evidente. La prohibición legal fue el rubro que
más diferencia le sacó a los salarios base en la mayoría de las instituciones.
Es un dato relevante porque la restricción al ejercicio liberal de la profesión
es un privilegio adquirido por medio de una ley específica para cada
institución y corresponde al 65% del salario base. No cualquiera recibe este
beneficio, sino solo los puestos de alta gerencia que asignan los beneficios a
los otros empleados públicos, y los auditores, quienes se supone que deben
regular y controlar los abusos que se cometan con los recursos públicos.
La solución
de este problema es compleja pues implica una decisión clara del Poder
Ejecutivo, conformación de alianzas políticas que permitan avanzar en el campo
legislativo y, por supuesto, carácter y transparencia en las negociaciones que
inevitablemente se deben dar con los sindicatos. Un primer paso, tímido pero
concreto, es eliminar esta estructura salarial para las nuevas contrataciones y
acelerar en la medida de lo posible la movilidad laboral de los más antiguos.
No resuelve el problema, pero al menos empieza a desarticularlo.
Es también
urgente actuar en alguna forma, pues no se pueden seguir aumentando los costos
laborales del sector público sin que pronto tenga consecuencias irreversibles
para nuestra competitividad, atracción de inversiones, crecimiento económico y
paz social.
Fuente: http://www.elfinancierocr.com/opinion/Salarios-sector_publico-abusos_0_826117393.html
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