Wednesday, March 4, 2015

Jorge Woodbridge: El Fracaso del Modelo Bolivariano

Por Jorge Woodbridge | 04 Marzo 2015

Venezuela tiene una población de 30 millones de habitantes y posee las mayores reservas probadas de petróleo del mundo y abundantes yacimientos de minerales, pero nunca ha utilizado su gran riqueza para mejorar la infraestructura e invertir en educación, investigación, innovación y tecnología. Tampoco para ahorrar, aumentar la productividad, diversificar las exportaciones y crecer con estabilidad y equidad.

Las ventas al extranjero están concentradas en un 95% en estos dos recursos y los ingresos fiscales venezolanos dependen en un 45% de lo que percibe por el petróleo. Esto representa el 12% del PIB.

La economía la sostienen, principalmente, los servicios y la industria petrolera. La gasolina se ha subsidiado durante décadas, a un alto costo fiscal. El sector productivo ha sufrido en los últimos 15 años una escasa disponibilidad de materias primas y divisas, y abunda en inseguridad jurídica, desconfianza y falta de recursos humanos calificados. Más de 1,2 millones de venezolanos desilusionados, de clase media y gran preparación, han emigrado en busca de nuevas oportunidades. La inversión extranjera y la generación de nuevos empleos se paralizó debido a la falta de reglas claras.

Los desequilibrios fiscales y macroeconómicos se deterioraron aceleradamente en los últimos años y la deuda pública creció en un 30% en solo cinco años. Desde el 2003, el Estado mantiene un estricto control sobre las divisas, y la existencia de cambios múltiples alimenta el mercado negro y las serias distorsiones. El FMI calcula que cada disminución de $10 en el precio del petróleo afectará la balanza comercial y el resultado será una caída de un 3,2% del PIB en este 2015. De hecho, el consumo de Venezuela se va a contraer severamente, agravado por la caída del 4% del PIB en el 2014. El populismo y la poca honestidad corren por las venas de algunos políticos venezolanos, con especial incidencia en los últimos 15 años.

Período democrático. Después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez, en los años cincuenta, Venezuela logró consolidar la democracia con la participación de los partidos Acción Democrática (AD) y el Social Cristiano (Copei). El crecimiento del modelo democrático y económico, sin embargo, continuó basándose en los altos precios del crudo. En 1989, en la segunda presidencia de Carlos Andrés Pérez, la caída de los precios internacionales produjo una difícil situación fiscal, que obligó al Gobierno a hacer ajustes severos en los gastos. El recorte trajo tensiones sociales y, en consecuencia, saqueos, protestas, represión y el llamado “Caracazo”, en 1992. En medio de esta situación, un grupo de oficiales comandados por Hugo Chávez, bajo el nombre de Movimiento Bolivariano, se rebelaron contra Pérez y fueron derrotados y encarcelados. Es en 1994, por un acuerdo político con el mandatario recién electo, Rafael Caldera, cuando Chávez y sus seguidores son liberados. Acto seguido, Chávez, militar brillante y carismático, poseedor de buen verbo, errático, confrontativo y utilizando un discurso de cambio, logró ser elegido presidente de Venezuela en 1999.

Supuesto salvador.  Hugo Chávez aprovechó el desgaste y desprestigio de los partidos y políticos tradicionales para emerger como “el salvador”, el luchador contra la corrupción y la pobreza, convencido de la simbiosis entre el pueblo y el gobernante. En el primer año, modificó la Constitución y relegitimó sus poderes. Con un gran carisma y billones de petrodólares, redujo la pobreza en un 40%: pasó de un 50% en 1999 a un 30% en el 2011. Otro hecho relevante fue la creación del programa Las Misiones para enseñar a leer y escribir a muchos venezolanos con el apoyo de unos 15.000 cubanos. También duplicó esfuerzos para proveer de agua potable y salud donde más escaseaba. Para el control político, creó los famosos “círculos bolivarianos” y mediante el programa Aló presidente y el control de las divisas fue apropiándose de los medios de comunicación. La estrategia de Chávez debilitó las instituciones democráticas y fortaleció su caudillismo. Los cambios fueron planeados y asesorados por Fidel Castro.

En el 2001, Chávez aprobó leyes para nacionalizar agroindustrias, bancos, acero, hidrocarburos y tierras. En el 2002, cambió las cúpulas de empresarios, trabajadores y militares y, en el 2004, después de un plebiscito, ordenó controlar la Corte Suprema y, para ello, nombró 12 nuevos miembros. De esta manera se aseguró el poder en materia judicial y electoral, y el control de la libertad de prensa. Ese mismo año, aprobó una ley para establecer la censura previa a los medios de comunicación.

Para esa época, ya manejaba la Corte Suprema, el Tribunal Electoral, el Congreso y la mayoría de las gobernaciones. Chávez siempre expresó su interés de permanecer en el poder y en varias ocasiones se manifestó en contra de la democracia. No era un dictador de facto, pero concentraba el poder, y su discurso iba dirigido contra la “oligarquía” y los imperialistas norteamericanos.

Chávez murió el 5 de marzo del 2013 vencido por un tumor y suplicando a Dios que no se lo llevara todavía, pues creía tener aún mucho por hacer por Venezuela.

Chávez fue muy controversial e influyente. La creación del ALBA constituyó su gran estrategia para ganar voluntades políticas a cambio de benevolencia, con plazos de pago por el petróleo. Murió idolatrado por sus beneficiados y rechazado por los venezolanos defensores de la libertad y la democracia; su partida puso un punto y aparte en la historia de Venezuela.

El designado.  Nicolás Maduro, su hombre de confianza, le sucedió en el 2013 al vencer, en unas cuestionadas elecciones, al demócrata Henrique Capriles. Desde el inicio, Maduro trató de mantener las ideas bolivarianas y su visión socialista, pero el modelo estaba colapsado. Debido a los precios bajos del petróleo, los desequilibrios económicos, la corrupción y la inseguridad, la crisis se precipitó y, con ella, se agravaron el desempleo, la inflación, el problema de las divisas, el déficit fiscal y la escasez de alimentos, medicinas y productos esenciales de la canasta básica.

La situación empeoró por la destrucción del tejido productivo, la falta de inversión y el deterioro del clima social y político. Los nuevos burgueses, ahora llamados “boliburgueses”, fueron denunciados por poseer grandes fortunas en el exterior, conseguidas mediante ventajosos contratos con el Estado. La sociedad venezolana se polarizó más y los secuestros y homicidios empezaron a darse a diario. Estados Unidos acusó a varios miembros del Gobierno de encabezar redes de narcotraficantes. En meses, todo se derrumbó aceleradamente y Maduro, en lugar de buscar atacar el origen de la crisis, culpó a los dinosaurios de los precios del petróleo; a los Estados Unidos, del fallido golpe de Estado; a McDonald’s de la diabetes; a los opositores, de los apagones; al presidente Barack Obama, a Spiderman, a Hollywood y a las telenovelas, de la violencia; al modelo capitalista, del cambio climático; y a la FIFA, de la crisis de las aerolíneas.

Actuar.  La única salida que tiene Maduro, en este momento, es rectificar y buscar unir a la sociedad venezolana, pero actúa de forma contraria, arremete contra sus opositores políticos y los encarcela. La detención del alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y de Leopoldo López es una flagrante violación a los derechos humanos. No es concebible que Costa Rica y los demócratas vean en silencio lo que sucede en Venezuela. El país debe denunciar estas arbitrarias detenciones y, también, el enjuiciamiento de Corina Machado en un país donde no existe un auténtico e imparcial tribunal de justicia. La obligación de Costa Rica es mediar para hallar una solución pacífica y democrática. Venezuela debe volver a fortalecer la institucionalidad, el estado de Derecho, la separación de poderes y acabar con la intromisión de las fuerzas armadas en la vida civil. No deben ser la venganza y la amenaza las alternativas para salir de la crisis.

La triste experiencia venezolana es una lección para los costarricenses. Venezuela sacrificó la libertad, la democracia, la seguridad, la producción, el empleo y la paz. Chávez y Maduro contaron con los recursos y el poder para cristalizar sus sueños, pero fracasaron. Ojalá Maduro recapacite y busque una solución pacífica para su pueblo.

Fuente:
http://www.nacion.com/opinion/foros/fracaso-modelo-bolivariano_0_1473252663.html

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