Wednesday, March 4, 2015

Luis Guillermo Solís y el Síndrome del Ganador de la Lotería

Editorial de “El Mundo” | 03 Marzo 2015

Cuando el 2 de febrero de 2014, Luis Guillermo Solís gana las elecciones en primera ronda y queda en la antesala de la presidencia sufre lo que se puede llamar “el síndrome del ganador de la lotería”.

Y es que Luis Guillermo Solís era solo unos meses antes un desconocido, que caminaba a sus anchas por los pasillos de la Universidad de Costa Rica, donde muy pocos lo conocían.

Con una carrera política limitada, donde su mayor logro fue ser electo secretario general de un caído partido Liberación Nacional, Solís era visto como un politólogo de escasa referencia en medios, con análisis academicistas de la realidad nacional e ideas propias de las aulas universitarias, donde sonaban bien pero eran de realidad práctica complicada.

Y así llegó a enero del 2014, donde una suma de circunstancias le dieron “el premio mayor” de la presidencia de la República.

Un rechazo claro de parte del electorado al PLN, un miedo inducido hacia los extremos políticos que representaban el Frente Amplio y el Movimiento Libertario, un partido Unidad Social Cristiana, que seguía sufriendo el rechazo por sus expresidentes y una campaña ligera tipo Coca Cola que no decía nada, llevaron a Solís a ganar en la primera ronda.

El fuerte rechazo a Liberación Nacional dejó la cosa cocinada, tanto que su rival para segunda ronda Johnny Araya, optó por la retirada. Y así estaba un desconocido recibiendo el gran premio, una presidencia que le caía del cielo, con un impresionante acumulado de más de 1,3 millones de votos, nadie nunca había llegado ni cerca de eso.

Pero Solís Rivera no tenía ni la menor idea de que hacer en el gobierno, no tenía equipo (aunque en campaña prometía el mejor), no tenía un programa claro, y tenía que empezar por “una curva de aprendizaje” propia de un improvisador.

Los ministros los sacó entre sus amigos cercanos, los de confianza, y otros entre la gente que conocía de su camino por las universidades públicas.

Era tan limitado su equipo de gobierno que la figura que más brillaba era un viceministro del gobierno de Laura Chinchilla, que le abandonó el barco a los pocos meses.

Cuando Solís Rivera asume la presidencia tiene de su lado casi a todo el país, los periodistas lo siguen y le cubren cualquier cosa que diga, la gente lo busca para tomarse “selfies”, es la “estrella pop” del momento. Es ahí cuando empieza a derrochar su premio, y como ese ganador de lotería que no tiene nada y de la noche a la mañana termina millonario, sin saber qué hacer con tanto dinero, Luis Guillermo Solís empieza a desperdiciar lo ganado.

Empieza con acciones a la ligera, sin mucho pensamiento, se rodea de amigos que le ayudan a perder el premio rápidamente, se embriaga de poder, trata de llamar la atención, fotos por aquí y por allá. Todo es fiesta y alegría. Hasta qué, así como llegó, el premio se fue, se esfumó… Ya nadie le ríe sus gracias, ya no es vitoreado por sus seguidores en redes sociales, ya la prensa no lo sigue tanto como antes.

Entonces como ese millonario de repente, que también de repente pierde todo su dinero, Solís empieza a buscar culpables, empieza a señalar a otros, y en este caso el presidente enfila sus culpas contra la prensa a la que acusa de acosarlo, de dañarlo, de mentir sobre su gestión. Para Solís los culpables de que derrochara su premio son los periodistas.

Quizás es momento que el presidente revise entre su entorno cercano para ver quienes le ayudaron a despilfarrar su caudal de apoyo logrado en las elecciones.

Fuente:
http://www.elmundo.cr/opinion/luis-guillermo-solis-y-el-sindrome-del-ganador-de-la-loteria/

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